domingo, 9 de mayo de 2010

Clara Soley, 17 años. Bailarina

Clara Soley es un exponente de bailarina de la era de la tecnología: un DVD de una grabación casera en Palma de Mallorca le permitió, en el 2009, acceder a la escuela de ballet estatal de la Ópera de Viena, una de las más antiguas y prestigiosas del mundo. “Allí estudian más alumnos extranjeros que austriacos”, cuenta esta mallorquina de padres catalanes. En la residencia, convive con pintores o músicos. Por la mañana, hace cuatro horas de clase de baile; por la tarde, estudia el bachillerato español on line.

Sus profesores la eligieron para participar en el concurso internacional de danza de Lausanne, que concentró a las 80 mejores promesas del mundo. “Si yo siento que tengo fuerza, los otros verán que la tengo”, decía Clara a la cámara de un videoblog que la siguió los cinco días de pruebas. La actuación final de Clara –se puede ver en YouTube– deslumbró al jurado y le valió una beca para la Houston Ballet School, una importante escuela de danza de Estados Unidos. Ella ha aceptado el envite porque dice que baila, entre otras cosas, porque es muy inquieta y quiere conocer mundo. El ballet ya la ha llevado de Palma a Viena, y ahora a Houston.

“Trabajando duro se consigue todo. Hay que tener un talento innato, pero con trabajo y ganas llegarás adonde quieras”, mantiene. Se le da mejor el ballet clásico porque conoce su repertorio, pero su afán de aprender no tiene límites. Se define como “una bailarina de carácter, por algo soy española”. Su sueño es bailar Don Quijote o La bayadère en España, o que la vean millones de personas en el concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Para ello deberá trabajar mucho; si no lo consigue, “lo importante es darlo todo”, dice.

Felip Palou para
La Vanguardia Magazine




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